Lectura
Tercer contexto de acompañamiento: La escuela.
En: El acompañamiento sistémico: lo que los educadores podemos hacer en contexto. Cuadernos de Investigación: educación de migrantes. Vol. No.1 SEP/Gobierno del Estado de Sinaloa, 2005. México.
Descripción
La escuela es un espacio de relaciones estructuradas con base en una sintaxis traducida en normas de hecho y de derecho. Hay procesos formalmente establecidos y también procesos cotidianos de tipo informal. La intercción educativa se articula con base en relaciones recíprocas y de forma compleja. En términos de Urie Bronfenbrenner (1987), la escuela es como un mesosistema generado por la intersección semántica y sintáctica, no calculada, de sistemas correspondientes a otros contextos.
El contexto escuela desde el punto de vista sistémico es una emergencia. Resulta de la interacción de todos sus actores que acuden acumplir con sus tareas a un espacio determinado. Tiene autonomía relativa garantizada por su estrcutura y clausura operacionales (Luhmann, 1998), por su capacidad de autorreferencia como intersubjetividad resultante de los procesos de construcción del conocimiento compartido, y por su capacidad de autoorganización que intervienen de forma activa en la autopoiesis escolar.
Las interacciones que se establecen en el contexto escolar están determinadas generalmente por relaciones dadas cara a cara; sin embargo, también pueden estar mediadas por los materiales didácticos o por los cada vez más extendidos: escenarios virtuales. La educación a distancia es un claro ejemplo al respecto, donde la interacción con el asesor y la institución se da a través de guías y documentos para el aprendizaje y/o por la comunicación electrónica.
En el contexto escolar existen interacciones formales y de tipo informal. Son formales todas aquellas que se enmarcan dentro de la estructura normativa escolar: docente-estudiante, docente-autoridades administrativas, o aquellas dentro de grupos conformados por el arbitrio de la institución. Informales, las que se salen del guión institucional y de las prácticas convencionales: son socio-afectivas y por eso son reguladas por la amistas y por la afinidad que se tiene para compartir propósitos. Las formales se conducen por guiones institucionales en los que se prescribe todo lo que puede esperarse. Las informales están sujetas a la voluntad y al consentimiento pleno de la persona.
En este contexto, como en los demás, también existen marcos de acción.
Predomina el marco instrumental cuando los educandos se les provee del equipamiento y de los apoyos técnicos necesarios para que puedan acceder a la información y cumplan con sus propósitos cognoscitivos.
El marco de modelado es frecuente en la escuela. Ocurre cada vez que se guía al educando y se le dice prácticamente cómo ha de realizar las tareas correspondientes. Es importante advertir que el educador no sólo modela la ejecución de tareas, también modela habilidades sociales en su relación personal con los propios estudiantes y con los demás; y así como en la familia, en la escuela, el niño también imita lo que le es significativo.
Cuando el modelado es con fines didácticos explícitos, normalmente es consciente. Está pensado racionalmente porque es una pieza más del engranaje del currículo de la máquina escolar. Pero en el convivir cotidiano y en el estar con los demás en la escuela, todos los actores desdoblan un modelado social fuera de todo control personal. Cuando la persona actúa en confianza y libremente, también modela; es un modelado no formal, sin guión alguno espontáneo, no intencional, libre de toda racionalidad, es quizá la fuente principal de lo que se ha dado en llamar el currículo oculto del contexto escolar. Puede decirse que a través del modelado pensado, el educador instruye lo que sabe, pero con el informal y espontáneo el educador enseña lo que es, según lo escuchamos alguna vez en voz de Miguel Fernández Pérez (1994), el Comenio de España.
Otro marco habitual es de crianza. Se genera cuando el educador está atento a la higiene personal de los educandos: es pregunta si se han hecho los aseos personale, les dice que se bañen, se laven las manos antes de comer y después de usar los servicios sanitarios, se corten las uñas, se cepillen los dientes, etc., lo observamos también con los desayunos escolares como práctica corriente en educación básica.
Este marco también emarge cuando se procura tranquilidad al educando, cuando se le hace saber, sentir que no estará solo en su trayecto de aprendizaje; que se estará atento a su proceso para que vaya adquiriendo y desarrollando las competencias que supone el perfil de egreso, o bien, cuando se le aconseja acerca de cómo conducirse en la vida cotidiana.
Por último identificamos un marco de discurso. Las exposiciones, los debates, la conversación, los gestos, la mímica, las señales y los textos escritos son algunas modalidades que uede asumir este marco generado en el contexto escolar. Presenta características diversas y sus modalidades tienen grados diferentes de uso, según sea el tipo y nivel de la escuela o la formación de quienes allí intervengan, entre otros factores. Cuando el formato de la interacción es rígido, remite a un marco de acción con flujo de información en una sola dirección. Es vertical. Predomina el mandato y la unilateralidad por encima de la toma de decisiones democráticas de todos los que aprenden y el cultivo de las relaciones horizontales y de iguales.
El acompañamiento en la escuela
El acompañamiento en la escuela pretende la organización de ambientes que hagan propicio el aprendizaje, generando los marcos de acción que la formación y el desarrollo humano requieren.
Los objetos de acompañamiento en la escuela tradicional han estado asociados a la educación intelectual. Han predominado en ella el aprendizaje de conceptos, habilidades y destrezas diversas, por encima de la educación emocioal y de las habilidades sociales para saber ser y estar con los demás.
El acompañamiento en la escuela sugiere el tránsito de los grupos escolares a las comunidades de aprendizaje. Sus interaccions son de carácter horizontal y promueve el aprendizaje situado; suspente la reducción del comportamiento al dato y humaniza la información empírica y teórica como una forma de responder a la complejidad de la vida cotidiana.
En este sentido, el acompañamiento en la escuela fomenta la organización de ambientes educativos que hagan posible la construcción situada del conocimiento que facilite la explicación y solución de los problemas perturbadores del desarrollo social.
El acompañamiento en la escuela busca que las acciones docentes realizadas en cualesquiera de los marcos, se asuman dialógicamente y no se impongan mediante técnicas de repetición mecánica o por imitación carente de todo sentido. Debe decirse que en este caso la conversación es una estrategia de acompañamiento clave para generar un ambiente de confianza y escuchar al otro, para conocer sus necesidades y expectativas.
Si bien es cierto que el acompañamiento del educador procura los formatos de interacción flexibles en el que se privilegia la relación horizontal, también lo es que no pierde su carácter asimétrico en cualquier circunstancia que se dé.
Ees un tipo de acompañamiento empoderado y generoso a la vez. Lo empodera la fuerza de la razón, el dominio de competencias y la capacidad educada para reflexionar con sentido sobre la experiencia misma; y es generoso porque está comprometido emocionalmente con el desarrollo del otro, y porque el acompañante mantiene la disposición desinteresada de entregar lo mejor de sí para generar condiciones en las que el educando aprenda a escuchar, a conversar, a pensar formándose juicios, cuestionando y desarrollando sus capacidades argumentativas y creativas.
Por eso, el acompañamiento comprendido así, rompe con el mito de la simetría cognitiva y se niega a aceptar que se da en la conmensurabilidad de las partes. No hay igualdad en las competencias, ni en el conocimiento de dominios. Todo es por lo contrario: personas con capacidades y necesidades educativas diferentes. La diferencia es, precisamente, la condición del acompañamiento. No han demanda genuina de la compañía del otro si no está sustentata en las carencias de éste.
Se acompaña con el modelado, ofreciendo apoyo instrumental, técnicas y procedimientos, generando marcos de acción que hagan propicia la asistencia, la protección y de retroalimentación, pero también de descubrimiento, de reflexión, de autonomía, para que el estudiante vaya construyendo su propio conocimiento.
Es importante que en el acompañamiento se tenga conciencia de que las acciones pueden constituirse como un modelo a seguir. Por ello nuestro andar con los demás tiene como marcapasos a la confianza, la empatía, el amor, la comprensión, la libertad, la autonomía, el rspeto y la responsabilidad, entre otros.
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